A Óscar Redondo se le acaba el tiempo en la pista. Mañana podría ser su
último partido como jugador profesional. Al menos este debe de ser su
deseo. Esto querría decir que Marfil Santa Coloma habría conseguido
derrotar ElPozo Murcia, evitar jugar la promoción de descenso a Segunda
y certificar la permanencia. Demasiados alicientes para la despedida de un
jugador excepcional, único y que ha hecho más grande este deporte. Óscar Redondo ya es uno de los jugadores de la historia del fútbol sala
catalán y español. Un referente que durante 20 temporadas ha podido
jugar consecutivamente en la élite y los aficionados han gozado de su
juego.
La carrera profesional de Redondo (siempre con el
'14' de Cruyff) ha tenido capítulos de máximo esplendor. Con Javi
Rodríguez lideró la época dorada del entonces Indústrias García -con
quién se quedó a las puertas del subcampeonato liguero en aquella final
esperpéntica disputada en el Olímpico de Badalona-. El primer salto adelante de
Óscar fue jugar en el mejor Playas de Castellón de la historia, a pesar de
que su paso fue efímero. Suficiente para sumar el único título de su
palmarés: una liga.
Los títulos son posiblemente el único handicap de su dilatada carrera. Se va un genio pero con tan sólo un título. Muchos jugadores han logrado más títulos que él, seguro. Pero la calidad de un jugador, afortunadamente, no sólo se calibra por las copas sinó por todo lo que aporta para el deporte. Y aquí, Óscar, tiene un sinfín de méritos. Hay álguien que no sabrá quién es Óscar Redondo?
Su técnica ha sido indiscutible.
Rápido, veloz y un todoterreno por la banda izquierda. Habilidoso en el
uno contra uno, con una inteligencia suprema en la pista y
ejerciendo un liderazgo que lo ha convertido en un jugador de referencia
para los más jóvenes. Capaz de levantar un resultado adverso y un
partido cuesta arriba. Uno de los que mejor sabe extramotivar una afición
decaída. Espabilado por naturaleza. Un ejemplo de jugador hecho en Santa
Coloma de Gramenet. Es de una pasta diferente.
Los mejores años
de la vida profesional del colomenc fueron, pero, en Martorell. 4
temporadas de sueño coincidiendo con una plantilla gigante que llevaron
al equipo de la ciudad más pequeña de la LNFS a una final del playoff por el
título liguero. La guinda del pastel, que hubiera sido el título, se
desvaneció ante el Inter de una pareja de jóvenes que acababan de llegar
a España: Schumacher y Marquinhos. En Martorell, Óscar era el puto amo.
La última etapa antes del retorno a casa fue su
paso por Manacor. Intenso y partícipe de un ascenso histórico en la élite
del club isleño. Casi rozando los 40 años, Redondo cierra su etapa
como jugador allá donde se crió. Siempre junto a los suyos. Si Santa Coloma fuera sede de la NBA a Óscar Redondo le colgarían su camiseta en el
techo del pabellón Jacint Verdaguer. Es lo mínimo que se merece.
Y
un apunte personal: he tenido la suerte y el privilegio de vivir cuatro
temporadas magníficas cerca de Óscar. Y fuera de la pista conserva las
mismas cualidades que en el terreno de juego. Soy muy de Óscar Redondo. Pero mucho. Y espero que cuando se le haga el partido de
homenaje que se merece, me inviten. Santa Coloma no sería la misma sin
la família Redondo.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada